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La vuelta al mundo en más de 80 días.

¿ De qué habla este blog ?

Viajar y descubrir el mundo. Es lo que pretendemos hacer en 353 días y a través de una quincena de países. Este blog nos servirá para compartir esta experiencia a través de los artículos y fotos que publicaremos así como de vuestros comentarios.

¿ Dónde estamos hoy ?


. Tras casi un año de viaje, nos acostumbramos poco a poco a la vida sedentaria.



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Selamat Datang Malaysia (Bienvenidos a Malasia)

Fue un alivio, al llegar a Malasia, recuperar la impresión de visitar un país en vez de estar en un enorme parque de atracciones turístico. Aunque son países vecinos y a primera vista la gente se parece físicamente, son igual de amables y respetuosos, e incluso más sonrientes, la tonada cambia bastante tras cruzar la frontera. Para empezar, allá donde los tailandeses son principalmente budistas, la mayoría de los malasios son musulmanes. Muchas mujeres se cubren la cabeza con el hijab (pañuelo) aunque esto no les impida ir ultra-maquilladas, con ropa ajustadísima y unos tacones desde los que yo me marearía.



Por otro lado, una parte importante de los malasios son de origen indio o chino. Los que no eran musulmanes han guardado sus creencias hindúes o budistas. Estos pueblos han aportado sus genes, sus hábitos vestimentarios y sus especialidades culinarias a la mezcla. Callejeando por Georgetown vimos tres casas colindantes, una musulmana, otra budista y otra hindú, y comimos tallarines fritos con salsa de soja al ritmo del ultimo éxito de Bollywood. Los ingredientes usados en la preparación eran 'halal' : se diría que todo producto envasado, desde la salsa de tomate al agua, pasando por el champú e incluso los instrumentos de cocina, llevan un sello 'halal'. Esta obsesión con la denominación 'halal', que en principio sólo se aplica a la carne como garantía para los musulmanes que el animal del que ésta proviene fue sacrificado siguiendo ciertas reglas, parece una incongruidad en un país en el que religiones tan variadas conviven en armonía. El asunto huele más a estrategia comercial que a obsesión religiosa pero nos hace preguntarnos si la convivencia entre los diferentes grupos del país es tan idílica como parece.

Luego está el pasado colonial que también ha dejado su huella en diversas partes del país. Tratándose de un paso importante de la muy codiciada ruta de las especias, primero los portugueses, luego los holandeses, y finalmente, los ingleses, conquistaron y camparon por estos lares durante siglos, estos últimos hasta la independencia del país a finales de los años 50 del siglo pasado. En Georgetown y en Malaca abundan los edificios de estilo colonial, e incluso en la capital, Kuala Lumpur, hay un barrio administrativo erigido siguiendo una interpretación inglesa del estilo islámico (al igual que hicieron los franceses en Casablanca, aunque ambas tentativas hayan dado un resultado bien diferente).



Todo hay que decirlo, aunque las torres Petronas de Kuala Lumpur son imponentes, y aunque las ciudades coloniales tienen encanto, las ciudades malasias tienden a ser más interesantes que impresionantes. El país nos ha parecido bastante desarrollado, con ciudades en las que abundan las zonas verdes, los centros comerciales, los mercadillos y los museos. A pesar de no tener una afinidad museística enorme, los de arte islámico y Nacional, así como el Planetario de Kuala Lumpur nos resultaron bastante amenos, ademas de acogernos en su climatizado seno durante las horas mas calurosas del día.

Hemos también pasado una buena parte de nuestro mes rondando por estas tierras en el "campo". Las 'Cameron Highlands', unas montañas al norte de Kuala Lumpur, nos permitieron escapar del calor agobiante de la costa para pasar unos días al fresco entre plantaciones de té, invernaderos de fresas y lluvias vespertinas. Y tras el ajetreo de la capital, nos fuimos a pasar unos días en la región de Sabah, en la parte malasia de la isla de Borneo, donde las atracciones estrella están todas, de una manera u otra, relacionadas con la naturaleza. En esta región nos sentimos de nuevo en una ruta turística, curiosamente transitada casi exclusivamente por 'mochileros' viajando varios meses de seguido.

Borneo está cubierto de selva, aunque cuando uno se tira viajando decenas de kilómetros sin ver otra cosa más que plantaciones sin fin de palmas de aceite sea difícil creerlo. Pasamos unos días en una especie de campamento en las orillas del río Kinabatangan, paseando arriba y abajo en barco o a pié escrutando un estrecho trozo de selva que, tal un bigotillo, se extiende a lo largo de la rivera del río, buscando avistar orangutanes, monos narigudos, aves, ranas y otra multitud de bichos. El lugar era tan húmedo que a los dos minutos de llegar estabamos sudando a chorros, y os aseguro que no exagero. Como lavarse con el agua fangosa del río, la única disponible para tales menesteres, era tan poco apetecible como compartir el baño con las arañas peludas que se alojaban en el campamento o con los cocodrilos del río, preferimos dejar el aseo para tiempos mejores. Menos mal que todo el grupo estaba en un estado de higiene parecido y ya se sabe que mal de muchos, consuelo de tontos.


Después de esta experiencia, bastante simpática pese a las apariencias de mi relato, y tras visitar un centro de rehabilitación de orangutanes de la zona, nos dirigimos al monte Kinabalu. La mayoría de la gente va para subir los ocho kilómetros de escaleras que llevan hasta la cima. Pero nosotros, con el recuerdo de la experiencia del cañón del Colca todavía vivo en nuestra memoria y con la excusa del precio desorbitante y el número limitado de permisos que se conceden cada día, decidimos limitarnos a los senderos al pie de la montaña, vigilándonos las piernas cada poco en busca de sanguijuelas que, tras las fuertes lluvias de la tarde de antes, nos temíamos iban a estar al acecho del caminante incauto. Pareceremos maniáticos, pero lo cierto es que la única vez que nos paramos más de un minuto dos de estos bichuelos se le subieron a Karim en las botas.

Junto con ver los orangutanes, la otra razón por la que decidimos venir a Sabah fue para ir a bucear en Sipadan, clasificado como uno de los mejores lugares de buceo del mundo, donde disfrutamos viendo corales, tortugas gigantes y tiburones de arrecife, a pesar de que el famoso banco de barracudas no se presentara a la cita. Buceamos también en Mabul, que no tiene tanta fama, obligados porque era una condición del club de buceo para llevarnos a Sipadan. En contra de todo pronostico resultó que, aunque no se ven peces tan grandes, la variedad de fauna acuática es mayor en Mabul que en Sipadan, y personalmente disfruté mas buceando ahí que en su glamurosa vecina.


Malasia nos ha servido de introducción al Asia musulmana. Continuaremos explorando ésta en nuestro siguiente destino, Indonesia, al que llegaremos tras un breve paso por Singapur.

Bea.