Hong Kong y Macao : otra faceta de China
Nos vamos de Filipinas cargados de imágenes y los filipinos quedaran en nuestra memoria como gente agradable y sonriente en toda circunstancia, con quien es un placer discutir. En cualquier caso, otro país al que nos encantaría volver.
La primera cosa que llama la atención al llegar a Hong-Kong es el bosque de rascacielos que, al iluminarse por la noche, se convierte en la principal atracción turística. La densidad y las prisas de la población le dan a uno la sensación de estar en una colmena. Las compras juegan un rol mayor. Se ven tiendas de lujo por todas partes : Cartier, Gucci, Louis Vuitton (por lo visto autobuses enteros de la China del “interior” se desplazan hasta aquí para comprar). En unos días en Hong-Kong hemos visto más Porches, Ferraris y BMW que nunca antes. El nivel de vida general ronda el de Europa y los bancos ocupan una buena parte de los edificios. El HSBC incluso tiene una estación de tranvía con su nombre.
Otra particularidad de esta ciudad es su pasado colonial británico del que sobreviven algunos rasgos : clubes privados donde socializan los pudientes del lugar, señales prohibiendo casi todo (como en Australia), autobuses de dos pisos … incluso la famosa niebla de Londres domina estos lares, aunque aquí se deba al tiempo y no a las chimeneas. El inglés es idioma oficial junto con el cantonés y el mandarino pero, aunque todas las señales están traducidas a la lengua de Shakespeare, la mayoría de la gente no lo domina. Y a pesar del sabor occidental, Hong Kong nos ha recordado mucho nuestro primer viaje a China en el 2001. Al lado de los centros comerciales en los que uno encuentra el último grito en lo que busque hay mercados típicos chinos en los que los productos varían desde las ranas y los peces vivos de las pescaderías hasta todo tipo de remedios tradicionales.
Aprovechando nuestro paso por Hong Kong, fuimos a visitar Macao, que fue devuelta a China en 1999 tras 400 años de presencia portuguesa. En tan sólo una hora de ferry el ambiente cambia considerablemente. Aquí, el segundo idioma oficial es el portugués (aunque sea tan poco hablado como el inglés en la ciudad vecina). La influencia de la antigua potencia colonial no para ahí : el centro de la ciudad está lleno de edificios coloniales con azulejos y en las pastelerías se venden “Pasteis de nata” que no desmerecen en absoluto de los de Belem, al lado de Lisboa. Incluso el té ha sido víctima del mestizaje : no se bebe sólo sino mezclado con leche. En las calles de la antigua ciudad de Taipa uno se siente transportado al Barrio Alto de la capital portuguesa.
Macao también es famosa por ser la capital asiática de los juegos de azar. Desde 2004, se juega más dinero aquí que en Las Vegas e incluso ciertos casinos americanos como el Wymm o el Venezian han abierto sucursales de este lado del océano Pacífico. Autobuses gratuitos van y vienen sin cesar desde los casinos hasta la frontera china que provee la mayor parte de los jugadores.
Ha sido una semana simpática en la que hemos visto dos facetas que desconocíamos de China : el liberalismo extremo con acento británico, y el infierno del juego con gusto de aceite de oliva. No negamos que es en gran parte gracias a Emmanuel, un amigo de la universidad, a Delphine y a su hijo Antonio (que por cierto nos han recibido como a reyes) que hemos podido comprender mejor este pedacito del mundo.
Y aquí estamos de nuevo a bordo de un avión, en dirección de nuestro próximo destino asiático, donde nos quedaremos unos cuarenta días y en el que seguro el cambio de aires será radical : India. Según otros viajeros con los que nos hemos cruzado, este país es la prueba de fuego del trotamundos.
Karim
La primera cosa que llama la atención al llegar a Hong-Kong es el bosque de rascacielos que, al iluminarse por la noche, se convierte en la principal atracción turística. La densidad y las prisas de la población le dan a uno la sensación de estar en una colmena. Las compras juegan un rol mayor. Se ven tiendas de lujo por todas partes : Cartier, Gucci, Louis Vuitton (por lo visto autobuses enteros de la China del “interior” se desplazan hasta aquí para comprar). En unos días en Hong-Kong hemos visto más Porches, Ferraris y BMW que nunca antes. El nivel de vida general ronda el de Europa y los bancos ocupan una buena parte de los edificios. El HSBC incluso tiene una estación de tranvía con su nombre.
Otra particularidad de esta ciudad es su pasado colonial británico del que sobreviven algunos rasgos : clubes privados donde socializan los pudientes del lugar, señales prohibiendo casi todo (como en Australia), autobuses de dos pisos … incluso la famosa niebla de Londres domina estos lares, aunque aquí se deba al tiempo y no a las chimeneas. El inglés es idioma oficial junto con el cantonés y el mandarino pero, aunque todas las señales están traducidas a la lengua de Shakespeare, la mayoría de la gente no lo domina. Y a pesar del sabor occidental, Hong Kong nos ha recordado mucho nuestro primer viaje a China en el 2001. Al lado de los centros comerciales en los que uno encuentra el último grito en lo que busque hay mercados típicos chinos en los que los productos varían desde las ranas y los peces vivos de las pescaderías hasta todo tipo de remedios tradicionales.
Aprovechando nuestro paso por Hong Kong, fuimos a visitar Macao, que fue devuelta a China en 1999 tras 400 años de presencia portuguesa. En tan sólo una hora de ferry el ambiente cambia considerablemente. Aquí, el segundo idioma oficial es el portugués (aunque sea tan poco hablado como el inglés en la ciudad vecina). La influencia de la antigua potencia colonial no para ahí : el centro de la ciudad está lleno de edificios coloniales con azulejos y en las pastelerías se venden “Pasteis de nata” que no desmerecen en absoluto de los de Belem, al lado de Lisboa. Incluso el té ha sido víctima del mestizaje : no se bebe sólo sino mezclado con leche. En las calles de la antigua ciudad de Taipa uno se siente transportado al Barrio Alto de la capital portuguesa.
Macao también es famosa por ser la capital asiática de los juegos de azar. Desde 2004, se juega más dinero aquí que en Las Vegas e incluso ciertos casinos americanos como el Wymm o el Venezian han abierto sucursales de este lado del océano Pacífico. Autobuses gratuitos van y vienen sin cesar desde los casinos hasta la frontera china que provee la mayor parte de los jugadores.
Ha sido una semana simpática en la que hemos visto dos facetas que desconocíamos de China : el liberalismo extremo con acento británico, y el infierno del juego con gusto de aceite de oliva. No negamos que es en gran parte gracias a Emmanuel, un amigo de la universidad, a Delphine y a su hijo Antonio (que por cierto nos han recibido como a reyes) que hemos podido comprender mejor este pedacito del mundo.
Y aquí estamos de nuevo a bordo de un avión, en dirección de nuestro próximo destino asiático, donde nos quedaremos unos cuarenta días y en el que seguro el cambio de aires será radical : India. Según otros viajeros con los que nos hemos cruzado, este país es la prueba de fuego del trotamundos.
Karim
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