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La vuelta al mundo en más de 80 días.

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Viajar y descubrir el mundo. Es lo que pretendemos hacer en 353 días y a través de una quincena de países. Este blog nos servirá para compartir esta experiencia a través de los artículos y fotos que publicaremos así como de vuestros comentarios.

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. Tras casi un año de viaje, nos acostumbramos poco a poco a la vida sedentaria.



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Bariloche: bienvenido a Patagonia

Bariloche habrá sido nuestra puerta de entrada a la Patagonia, región mítica de Argentina que da tanto que hablar a los viajeros por sus bellos paisajes y por la ruta 40 que la atraviesa de norte a sur y que, al igual que la ruta 66 en los Estados Unidos, muchos sueñan con recorrer.

La ciudad se parece mucho a Chamonix en los Alpes : una estación de ski con un decorado de ensueño compuesto de montañas, lagos y bosques de araucarias (un árbol parecido al abeto). Atrae masas de turistas tanto argentinos como del resto del mundo. De hecho, hay tantos brasileños que vienen aquí de vacaciones, que hay quien la llama 'Brasiloche'.

Adiós al clima agradable de Cordoba y Salta : a nuestra llegada, caían chuzos de punta y había un viento helado de esos que te deja como un carámbano en cuestión de minutos. Tuvimos que volver a sacar los gorros bolivianos, que ya habíamos amortizado en el Salar de Uyuni. Lo que llovió en las horas siguientes debe corresponder a la pluviometría anual de Marruecos. Al irnos a dormir, esperábamos que la Pachamama se apiadara de nosotros y que dejara de llover durante la noche. Nuestro deseo solo se cumplió a medias, en vez de con lluvia, nos despertamos con la ciudad nevada, y la tormenta de nieve no dejó de azotar en los dos días siguientes. Hasta a los lugareños se les pusieron los ojos como platos, ya que en todo el invierno no había nevado así. Para mí fue un auténtico fastidio, ya que sólo teníamos previsto quedarnos 3 días y aunque la nieve daba a la región ambiente, hubiera preferido que al menos durante el día luciera el sol.

Pero, por lo menos, el manto blanco que lo cubrió todo hizo feliz al 50% de la pareja : Bea, que como todo el mundo sabe es de un pueblo de montaña, pero de los que no tienen la opción 'nieve' incluida, estaba encantada y feliz como un niño con un caramelo. Se pasó los dos días con la impresión de estar en una estampa de Navidad y haciendo fotos a todo lo que se pareciera de cerca o de lejos a un copo de nieve. Eso sí, las batallas de bolas de nieve le molaron bastante menos.

A pesar del frío y de la falta de visibilidad, conseguimos visitar la zona a fuerza de pasearnos bajo la nieve y la lluvia. Menos mal que Dios aprieta pero no ahoga y la última mañana salió el sol y pudimos por fin contemplar los lagos en todo su esplendor, aunque el tiempo no permitiera quitarse el gorro de lana.


La otra particularidad de Bariloche, es la comunidad de origen germánico que inmigró a la zona en la primera mitad del siglo XX. Los edificios y las iglesias no se parecen a los de una ciudad colonial española, sino a los de las ciudades de montaña austriacas o suizas. Se ve a mucha gente de pelo rubio, ojos azules, con bigote y pinta de llamarse Günther o Karl. Otto o Weiss son apellidos comunes aquí. Incluso hay restaurantes que, entre la parrilla y la empanada, proponen 'fondues' en el menú. Y tampoco faltan ni las tiendas de chocolate ni los San Bernardo.

En definitiva, Bariloche nos ha dejado boquiabiertos : se parece tanto a los Alpes que de haberme encontrado a Heidi hablando con acento argentino, me habría parecido lo más normal del mundo.

Y, por ahora, decimos hasta luego a los Andes, y tomamos rumbo a Trelew, en la costa atlántica, donde tenemos cita con las ballenas y otro tipo de colonia, de pingüinos esta vez.

Karim