Bullicio en La Paz
Las vistas al llegar a la Paz desde Copacabana son magníficas. Imaginaos doblar una curva, y de repente ver extenderse a vuestros pies un valle revestido de casas desde el fondo hasta lo mas alto de las colinas. En plena noche, cuando las luces de la ciudad están encendidas, tiene que ser una vista mágica.
Vista de más cerca y desde le punto de vista arquitectural, La Paz no es una ciudad especialmente impresionante, pero a mi me ha encantado por la vidilla que tiene. El casco histórico, que es también la parte mas turística, me recuerda un poco el barrio de Lavapiés de Madrid por el número de edificios antiguos que se están cayendo a cachos. El barrio esta infestado de puestos y mercados populares. El más curioso es el mercado de las brujas, donde se pueden adquirir hierbas, elixires y talismanes (como fetos de lama para proteger una casa recién construida). Luego están el mercado negro, la calle del comercio y el mercado Lanza que son tipo mercadillos. Y no hay que olvidar los cientos de puestos de comida. Así, de puesto en puesto, cambias de mercado sin ni siquiera darte cuenta.
El domingo pasado, se diría que todas las familias y los jóvenes de la Paz habían salido a disfrutar de la ciudad. Muchos al estadio a ver el derby entre los dos equipos paceños, el Bolívar y el Stronger. Otros muchos a disfrutar del mirador y los parques infantiles colindantes. Los que no, a pasear, tomar un helado o ir al cine al Prado, la 'Gran Vía' local. Alguno que otro a que el vidente de la esquina les lea la suerte en las cartas o en las hojas de coca. Y para volver a casa, no hay más que tomar un taxi, un minibús o mejor, uno de los autobuses que lucen letreros pintorescos : 'Labios mentirosos', 'Libre como el viento', 'Loquito Veloz', 'Tu y yo, Lucifer', 'Amor', 'Suavecito', 'Poderoso Bolívar', etc.
Hay varios museos interesantes : costumbristas, textiles, religiosos y otros que se salen de lo común, para cuando uno desea cambiar de aires o protegerse de la lluvia. Y es que la estación húmeda viene adelantada este año y, después de tres truenos, como en los toros con los tres cohetes, nadie te salva del chaparrón si no te has puesto bajo resguardo.
El 'Museo de la Coca', es un recorrido interesante por la historia de la planta de coca desde la prehistoria hasta la actualidad. Con su uso religioso (para comunicar con el mundo de los espíritus y de los dioses), medicinal (anestesia para operaciones) y nutritivo (es rica en minerales que equilibran la dieta en una zona donde los hidratos de carbono son la base de la alimentación), es uno de los pilares de la cultura indígena desde la prehistoria hasta nuestros días. En el tiempo de la colonia fue primero diabolizada por la Inquisición y después milagrosamente librada de pecado cuando las autoridades laicas, encabezadas por Felipe II, se dieron cuenta que los indígenas, sometidos a jornadas de 48 horas, aguantaban mejor las condiciones de trabajo al masticar la hoja de coca. Finalmente, se explica la apropiación de la coca y la síntesis de la cocaína por la farmacopea 'moderna' desde mediados del siglo XIX - ¿alguien ha oído hablar alguna vez de la Coca Cola? -, el comienzo de su uso como droga recreativa, su posterior prohibición y la situación social con el desarrollo del narcotráfico y la lucha contra éste en la zona andina.
No menos interesante es el Museo de Instrumentos Musicales, que se encuentra en una de las calles mejor conservadas del centro histórico de La Paz. El museo contiene cientos de instrumentos musicales sorprendentes : de viento, de cuerda, de percusión, indígenas, mestizos, criollos, extranjeros, para niños, para mayores, pequeñitos, grandísimos, hechos con plumas o pecho de cóndor, de madera con tallados a cual más original, de metal, de cerámica, de caparazón de tortuga, de piel de quirquincho, carracas de las formas más diversas e ingeniosas ... y lo mejor es que algunos de los instrumentos te dejan tocarlos, si es que se puede llamar así al ruido infernal que hace una banda de profanos golpeando tambores, soplando flautas, aporreando las teclas de una pianola o intentando tocar un acordeón miniatura. Juan Sebastian Bach y señora, la pareja de periquitos que viven en el patio del museo, se alborotan con tanto ruido y lo intentan acallar con su canto, para calmarse en cuanto el silencio reina de nuevo.
Bea
Vista de más cerca y desde le punto de vista arquitectural, La Paz no es una ciudad especialmente impresionante, pero a mi me ha encantado por la vidilla que tiene. El casco histórico, que es también la parte mas turística, me recuerda un poco el barrio de Lavapiés de Madrid por el número de edificios antiguos que se están cayendo a cachos. El barrio esta infestado de puestos y mercados populares. El más curioso es el mercado de las brujas, donde se pueden adquirir hierbas, elixires y talismanes (como fetos de lama para proteger una casa recién construida). Luego están el mercado negro, la calle del comercio y el mercado Lanza que son tipo mercadillos. Y no hay que olvidar los cientos de puestos de comida. Así, de puesto en puesto, cambias de mercado sin ni siquiera darte cuenta.
El domingo pasado, se diría que todas las familias y los jóvenes de la Paz habían salido a disfrutar de la ciudad. Muchos al estadio a ver el derby entre los dos equipos paceños, el Bolívar y el Stronger. Otros muchos a disfrutar del mirador y los parques infantiles colindantes. Los que no, a pasear, tomar un helado o ir al cine al Prado, la 'Gran Vía' local. Alguno que otro a que el vidente de la esquina les lea la suerte en las cartas o en las hojas de coca. Y para volver a casa, no hay más que tomar un taxi, un minibús o mejor, uno de los autobuses que lucen letreros pintorescos : 'Labios mentirosos', 'Libre como el viento', 'Loquito Veloz', 'Tu y yo, Lucifer', 'Amor', 'Suavecito', 'Poderoso Bolívar', etc.
Hay varios museos interesantes : costumbristas, textiles, religiosos y otros que se salen de lo común, para cuando uno desea cambiar de aires o protegerse de la lluvia. Y es que la estación húmeda viene adelantada este año y, después de tres truenos, como en los toros con los tres cohetes, nadie te salva del chaparrón si no te has puesto bajo resguardo.
El 'Museo de la Coca', es un recorrido interesante por la historia de la planta de coca desde la prehistoria hasta la actualidad. Con su uso religioso (para comunicar con el mundo de los espíritus y de los dioses), medicinal (anestesia para operaciones) y nutritivo (es rica en minerales que equilibran la dieta en una zona donde los hidratos de carbono son la base de la alimentación), es uno de los pilares de la cultura indígena desde la prehistoria hasta nuestros días. En el tiempo de la colonia fue primero diabolizada por la Inquisición y después milagrosamente librada de pecado cuando las autoridades laicas, encabezadas por Felipe II, se dieron cuenta que los indígenas, sometidos a jornadas de 48 horas, aguantaban mejor las condiciones de trabajo al masticar la hoja de coca. Finalmente, se explica la apropiación de la coca y la síntesis de la cocaína por la farmacopea 'moderna' desde mediados del siglo XIX - ¿alguien ha oído hablar alguna vez de la Coca Cola? -, el comienzo de su uso como droga recreativa, su posterior prohibición y la situación social con el desarrollo del narcotráfico y la lucha contra éste en la zona andina.
No menos interesante es el Museo de Instrumentos Musicales, que se encuentra en una de las calles mejor conservadas del centro histórico de La Paz. El museo contiene cientos de instrumentos musicales sorprendentes : de viento, de cuerda, de percusión, indígenas, mestizos, criollos, extranjeros, para niños, para mayores, pequeñitos, grandísimos, hechos con plumas o pecho de cóndor, de madera con tallados a cual más original, de metal, de cerámica, de caparazón de tortuga, de piel de quirquincho, carracas de las formas más diversas e ingeniosas ... y lo mejor es que algunos de los instrumentos te dejan tocarlos, si es que se puede llamar así al ruido infernal que hace una banda de profanos golpeando tambores, soplando flautas, aporreando las teclas de una pianola o intentando tocar un acordeón miniatura. Juan Sebastian Bach y señora, la pareja de periquitos que viven en el patio del museo, se alborotan con tanto ruido y lo intentan acallar con su canto, para calmarse en cuanto el silencio reina de nuevo.
Bea
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