Lima … ¡ qué chévere !
El paisaje del norte de Perú, un desierto accidentado y bordeado por el Océano Pacífico, es impresionante. Llegando desde el sur de Ecuador, tan tropical y lleno de bananeras hasta el último centímetro, uno no se imagina que el otro lado de la frontera pueda ser así de árido.
Tras 36 horas de viaje, en un autobús animado por el equipo nacional sub-16 de water-polo de Ecuador (que jugaba esa misma tarde un partido internacional en Lima), llegamos a destino.
Es cierto que las desigualdades son flagrantes : por un lado arrabales sin agua ni electricidad y con las calles de barro, y en el otro extremo barrios acomodados en los que las casas están protegidas por patrullas de guardias privados y por muros rematados de cristales y alambres de púas o eléctricos.
Sin embargo nos encantó pasearnos por el centro histórico, ver el cambio de la guardia en la plaza de armas, visitar el magnífico monasterio de San Francisco que contiene obras de Zurbarán y de Alonso Cano, así como los restos de las 70.000 personas que fueron enterradas en las catacumbas del subsuelo antes de que se empezasen a utilizar los cementerios. También disfrutamos mucho paseándonos y mezclándonos en el ambiente festivo del fin de semana de los barrios de Miraflores y el Barranco (el barrio bohemio local).
Karim
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