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La vuelta al mundo en más de 80 días.

¿ De qué habla este blog ?

Viajar y descubrir el mundo. Es lo que pretendemos hacer en 353 días y a través de una quincena de países. Este blog nos servirá para compartir esta experiencia a través de los artículos y fotos que publicaremos así como de vuestros comentarios.

¿ Dónde estamos hoy ?


. Tras casi un año de viaje, nos acostumbramos poco a poco a la vida sedentaria.



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Fotos : Jordania

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Jordan

La tierra santa : al este del río Jordano.

De vuelta en Jordania, empezamos visitando Amman. Los edificios, que datan en su mayor parte de la última mitad del siglo XX, no tienen nada de particular. Lo que la salva es el color homogéneo de los barrios, que se extienden sobre varias colinas y le dan una cierta belleza de conjunto, así como algunos restos romanos esparcidos por la ciudad, de allá cuando el lugar se llamaba Filadelfia, que añaden al encanto. Es además el tipo de ciudad por el que me encanta callejear : recorriendo el centro uno pasa frente a una mezquita en la que los jornaleros esperan, útil en mano, que alguien venga a contratarlos, por puestos repletos de frutas frescas tentadoras o de frutos secos, por herboristerías, panaderías, pastelerías, molinos de café, carnicerías, barberías. En esta esquina se vende ropa interior sexy y mas allá trajes tradicionales y kefis, y entre el señor que vende esencias y el de la lotería hay un chiringuito donde tomar un zumo recién preparado, al lado de Hachem, un restaurante de barrio que es una institución del falafel y el humus.



Desde allí nos escapamos a Aqaba, al borde del mar rojo, donde fuimos a bucear por última vez. Digamos que los fondos marinos no son los de Indonesia, y había suficientes vasos y platos de plástico en el fondo del mar como para invitar a cenar a un regimiento. Disfrutamos más confundiéndonos en el ambiente playero nocturno, entre la gente paseando en camello por la playa o fumando narguile, los niños bañándose o el grupo de turistas de Omán, vestidos al modo tradicional del Golfo, soltándose la melena en el concierto de música folclórica, donde salieron a bailar con sables incluidos.


Desde allí hicimos una pequeña incursión en el desierto de Wadi Rum, por donde pasó Lawrence de Arabia y donde se rodó una de las películas de Indiana Jones. El paisaje es impresionante, aunque la supuesta noche tranquila bajo las estrellas terminó siendo noche fiestera porque era fin de semana y el campamento estaba lleno de gente de la capital que habían venido, ciertamente a ver el desierto, pero sobre todo a bailar y a papear.

La fiesta nos siguió hasta Petra, donde pasamos dos días paseando por lo que queda de la antigua ciudad nabatea y tres noches escuchando hasta altas horas la música de una boda vecina, sin contar con los muecines que, al igual que en Indonesia, se toman muy en serio su trabajo y despiertan hasta a los muertos cuando llaman a la oración matinal. En cuanto a la ciudad histórica de Petra, incluso hoy día uno puede imaginarse lo grandiosa que debió ser antes que un par de terremotos la devastaran y terminase abandonada de todos salvo algunos beduinos del lugar.

Los dos últimos días nos fuimos a Madaba, que está convenientemente situada entre el aeropuerto de Amman y el mar muerto. Se trata de la ciudad cristiana de Jordania, y cuenta con algunos restos de mosaicos e iglesias bizantinas, y bodas tan ruidosas como en Petra.


En cuanto al mar muerto, fue una experiencia genial bañarse en él. Uno se siente como un flotador : por más que quieras hundirte no lo consigues. Mejor que sea así, porque el agua está tan salada que si te entra en los ojos te pican como demonios y si te toca los labios tienes la impresión de estar chupando el líquido del interior de una pila. También aproveché para untarme de barro negro del mar muerto, que se supone tiene un montón de propiedades saludables y te deja la piel como la de un bebé.

En definitiva, aunque elegimos la parada en Jordania más por conveniencia que otra cosa, ha resultado ser una decisión sabia, la guinda del pastel de nuestro itinerario. A la vez sabiendo a casa, a solecito veraniego mediterráneo y tan diferente de ella.

Y ya estamos en el tren que nos acerca a Casablanca, tras dos días de viaje en un periplo de vuelta singular con escalas en Londres, donde aprovechamos para ver a Neil y Natasa, amigos de la época de Estrasburgo, y Marrakesh. Me costó convencer a Karim para que se subiera al avión en Amman, pero ahora esta como un niño con zapatos nuevos de volver a ver su país y a la familia.

Bea

Fotos : Israel y Palestina

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Israel - Palestine

La tierra santa : al oeste del río Jordano

Pasito a pasito y minuto a minuto llegamos a nuestra última parada de este viaje. No nos podemos creer que ya ha pasado casi un año desde que salimos de Paris, contentos de poder pasearnos por el mundo a nuestras anchas. Aunque por supuesto tenemos ganas de volver a ver a amigos y familia, tenemos que reconocer que no nos importaría, tras un mesecito de descanso, comenzar otro itinerario. Lejos de curarnos las ganas de viajar, este año ha sido como abrir la caja de Pandora, y la verdad es que nos iríamos encantados de nuevo con cualquiera de los vientos que salen de ésta.


Con Jerusalén tan cerca de Amman y con una prima de Karim viviendo en las afueras de Telaviv, decidimos dividir los 15 días que nos quedaban entre Israel y Jordania. Atravesamos pues el río Jordano y Cisjordania en Palestina para llegar a Israel. Llegar a destino nos llevo todo el día, porque son varias étapas y porque si cruzar la frontera israelí es un proceso largo y tedioso para todos, en el caso de Karim, con su nacionalidad franco-marroquí, fue aun más largo. Fue interrogado varias veces por gente distinta hasta que se convencieron de que no era más que otro turista.

Israel es un país multicultural, gracias a los judíos que han venido de todas partes del mundo. Es un país desarrollado con buenos sistemas de salud y transporte públicos, y donde los precios rondan los de europa occidental. En cuanto al aspecto de las ciudades, por momentos, al caminar por los barrios residenciales de las afueras de Telaviv teníamos la impresión de estar en semejantes barrios de España o de Marruecos.

Pero a pesar de la inmigración, Israel no deja de ser un país típico de la región : la mayoría de los restaurantes ofrecen la misma comida que los países circundantes (humus, pasta de berenjenas, ensalada, aceitunas, pepinillos y pimientos en vinagre, falafel, kebab y pinchos morunos) eso sí, en versión 'kosher'. los que no hayan oído este término antes, significa que la comida ha sido preparada cumpliendo ciertas reglas de higiene 'judías' : por ejemplo, se prohibe mezclar los lácteos y la carne en la misma comida (de modo que aquí las hamburguesas con queso brillan por su ausencia). Las verdulerías y fruterías rebordan de tomates, pimientos, berenjenas, higos chumbos, higos normales, melocotones, uvas, dátiles, cerezas, sandías enormes...


Sin embargo, a pesar de que uno se cruza con mucha gente que habla español, francés, inglés, ruso y otros idiomas insospechados, casi todo, incluyendo la mayoría de los menus en los restaurantes están escritos sólo en caracteres y números hebreos (que podría ser chino y me enteraría de los mismo). Se ve a bastante gente de orientación ortodoxa vestida de manera tradicional, que resulta original sino del mejor gusto. Se ven también militares y jóvenes cumpliendo el servicio militar por todas partes. Si al principio resulta hasta gracioso ver chicos y chicas mas jóvenes que mis sobrinos con fusiles de asalto al hombro mientras miran escaparates o se compran una hamburguesa, lo cierto es que al cabo de un par de días cansa ver armas por todas partes y pasar por chequeos como los de los aeropuertos para entrar en cualquier edificio público, ya sea un centro comercial o la estación de autobuses.

De Telaviv, nos quedamos con la playa y con Jaffa, que tiene bastante encanto, y por supuesto con la prima de Karim, su familia y sus vecinos que son un encanto y consiguieron, a base de cuscús, tajine y otras delicias, que retomaramos en pocos días parte de los kilos que hemos perdido durante estos meses de vagabundeo. Hablando con ellos y escuchando sus anécdotas también aprendimos algo de los entresijos y de la realidad social del país.

De Jerusalén, me quedo con la sensación de que cada piedra está cargada de historia y es venerada y codiciada por las tres grandes religiones monoteístas y todas sus subdivisiones. Que si el muro de las lamentaciones, que si el santo sepulcro, que si la vía dolorosa. Es una ciudad preciosa, bien conservada, repleta de callejuelas que reflejan el gran mercado que es la religión : uno puede encontrar y comprar aquí crucifijos, cruces, ojos o manos de Fátima, estrellas de David y otras bagatelas religiosas, así como cualquier cosa que suene lo mas mínimo a oriental, aunque venga de India o de todavía más lejos. Jerusalén oeste es judía, con un barrio entero ortodoxo en el que todos visten de negro y blanco desde los niños a los abueletes. Jerusalén este es palestina.

Para ir al monte de los olivos, desde donde hay vistas panorámicas de la ciudad, cambiamos del autobus 'judío' al 'arabe' y, la verdad, no comprendemos porque varias personas que venían en el primero sienten que es peligroso subir al monte de los olivos. Nosotros nos sentimos exactamente igual que en el resto de la ciudad. Quizás donde menos bienvenidos nos sentimos fue en el barrio ortodoxo donde la gente está un poco harta de los turistas que les toman fotos (la verdad es que la manera de vestir es de lo más fotogénica y te dan ganas de echarle mano a la cámara cada dos por tres).

De palestina propriamente dicha no visitamos gran cosa por falta de tiempo. Por el momento nos limitamos al este de Jerusalén y a lo que vislumbramos cruzando Cisjordania a la ida y a la vuelta hacia Jordania. De lo poco que vimos, los palestinos de a pié tienen más paciencia que el santo job, aguantando esperas en check points, la presencia militar y un gobierno extranjero imponiéndoles restricciones y haciendo prácticamente lo que les da la gana en su tierra.



No podemos por supuesto prentender, tras tan sólo seis días y dos ciudades, comprender las complejidades de esta región, sólo sé que tras tantos años oyendo hablar de Israel y Palestina en el telediario, me ha resultado enriquecedor e interesante ver las cosas un poco de cerca. Espero poder volver algun día para completar Israel y dedicarle más tiempo a Palestina y al resto de los países circundantes.

Bea.