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La vuelta al mundo en más de 80 días.

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Viajar y descubrir el mundo. Es lo que pretendemos hacer en 353 días y a través de una quincena de países. Este blog nos servirá para compartir esta experiencia a través de los artículos y fotos que publicaremos así como de vuestros comentarios.

¿ Dónde estamos hoy ?


. Tras casi un año de viaje, nos acostumbramos poco a poco a la vida sedentaria.



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Ecuador : último capítulo

Después de 6 horas agotadoras en otro autobús atiborrado hasta la bandera, vuelta tras vuelta por carreteras de montaña a ritmo de bachata y regetón, con los vendedores subiendo y sorteando la masa de gente viajando de pié en el pasillo para proponer sus mercancías en cada parada de cada población atravesada, recorrimos los 270 km que separan Riobamba de Cuenca.

Para mi gusto Cuenca es la ciudad con más encanto de todas las que he visto en Ecuador. Muy bien conservada, tiene la ventaja de ser más pequeña que Quito, lo que le da una cierta homogeneidad. También es la que tiene más trazas de la herencia española mezcladas con el estilo colonial.


Las fachadas están pintadas de color o son blancas con los remates de colores, como en muchos otras partes de latino-américa, pero en muchas otras cosas los edificios me recuerdan a las capitales de provincia españolas: los tejados de teja, las vigas de madera, el ladrillo, la cerámica, el ambiente un poco burgués con las señoras muy peripuestas, maquilladas y repeinadas tomando café o los señores en plan elegante con su traje y su sombrero panamá leyendo el periódico en la biblioteca o haciéndose lustrar los zapatos enfrente de la catedral.

Remata la sensación de estar de vuelta en España el porcentaje elevado de gente de tez clara, el hecho de que la ciudad tenga casas al borde del barranco del río que llaman « casas colgantes », como las de su tocaya española, el que en la zona haya un baile, llamado el « Baile del Tucumán », que se baila con un palo del cual cuelgan lazos que se van entrelazando al bailar, como en el baile folclórico de mi pueblo, y el que las faldas tradicionales que continúan llevando algunas de las señoras indígenas, de un único color y de tela gruesa con algún bordado en guisa de adorno, me recuerden a los refajos que vestían las mujeres de mi pueblo no hace tanto tiempo.

Después de pasearnos un par de días por esta ciudad tan bonita, tras hincharnos de comer helados en la heladería de la plaza principal (es la debilidad de Karim y yo me dejo tentar muy fácilmente) y un poco cansados de tanta montaña nos fuimos unos días a Puerto López, para observar las ballenas que de junio a septiembre van a reproducirse por esos lares.

El lugar guarda un auténtico aire de pueblecito de costa aún no completamente adulterado por el turismo. A pesar de la atracción de las ballenas y del cercano parque de Machalilla en el que se pueden ver buena parte de las aves que se ven en las Galápagos, no había demasiados turistas en esta época del año, en la que el tiempo grisáceo y la neblina predominan.


Muchas calles del pueblo no están asfaltadas y la playa, que tiene un paisaje bastante bonito, tiene por desgracia también bastante basura, aunque a los locales no parece importarles gran cosa. En lo único que se nota la afluencia de turistas en la temporada alta es en la cantidad de restaurantes y de bares en la línea de la playa, en estas fechas medio desiertos. En varios sitios intentaron descaradamente cobrarnos un poco más del precio local. Es el único sitio en que he tenido esa sensación en Ecuador, aunque probablemente no sea el único ya que en la mayoría de las tiendas los precios no están marcados.

En cualquier caso, allí nos quedamos unos días tan a gusto, descansando y preparándonos mentalmente para las 36 horas de autobús a Lima.

Bea